Prácticas

Esta meditación pertenece a las prácticas que iré compartiendo del libro Meditando con la naturaleza.

Hace diez años, como psicóloga, incorporé prácticas de meditación en el trabajo terapéutico, en talleres, y en intervenciones para reducción de estrés.

A partir de allí, comencé a escribir meditaciones que fui compartiendo con personas cercanas, colegas, y algunos pacientes.

Esta práctica te ayuda a equilibrar tus energías y a tomar conciencia de la energía que estás dando y la que estás recibiendo en el momento presente, promoviendo la paz y libertad en el manejo de tu energía personal.

Esta meditación con 5 piedritas la puedes practicar cuando te encuentres caminando en la naturaleza o en un lugar tranquilo, y compartirla con familia o amigos. Nos recuerda de llevar nuestra atención a la respiración, relajarnos, cuidarnos, y disfrutar el momento presente.

Me gusta finalizarla con el juego de la payana, un juego con 5 piedritas. Siendo niña me lo enseñó mi madre—que lo había aprendido en la escuela—y nos divertía jugarlo con amigos en el recreo de la escuela rural. Es un juego que estimula la atención y la coordinación.

Esta meditación la comparto para que los niños la puedan realizar en familia o con el docente en su grupo escolar. Promueve la alimentación consciente y la conexión con la naturaleza.

Realizar esta breve práctica al comienzo del día ayuda a tomar conciencia de cómo se encuentra nuestro cuerpo, llevando la atención a cada parte del mismo, y permitiendo que la energía vital circule libremente.

Esta visualización la compartí cuando iban pasando los días de aislamiento social y se volvía más difícil mantener la quietud y la calma.

Esta relajación te puede ayudar en momentos de estrés a liberar tensiones, miedos, y preocupaciones.

Esta meditación en la luz fue algo que compartí con padres y niños en momentos de aislamiento social generados por la pandemia.

Esta práctica nos permite utilizar cada uno de nuestros pasos como una ocasión para conectarnos con el momento presente, disfrutar el caminar, y soltar la atención en llegar a una meta.

Es una observación del cuerpo integrando la energía de la sonrisa.

Esta práctica nos invita a aceptar y recibir la energía de nuestras emociones difíciles—y de las personas que nos rodean—y transformarlas en emociones positivas. Sintiendo y enviando a nuestro entorno energía vital de alivio, de sanación.

Esta práctica ayuda a aceptar la realidad del momento presente.

Fomenta adquirir el hábito de responder con bondad hacia uno mismo cuando surgen dificultades, en lugar de hacerlo desde la autocrítica.

Esta práctica se grabó para niños, pero a muchos adultos les gusta realizarla antes de acostarse y en momentos de cansancio o aburrimiento.

Estoy viviendo en el campo desde hace más de un año, a poca distancia de la ciudad de San José de Mayo, donde desarrollé mi trabajo como psicóloga durante más de tres décadas.

En esta nueva etapa ya no hay agenda, ni encuadre, ni planificación de actividades para el año.